Estamos asistiendo a un importante punto de inflexión histórico en la Unión Europea. Los líderes europeos, en particular los de la Comisión, el EcoFin y el Banco Central Europeo, están aprovechando la actual crisis para imponer un orden neoliberal totalmente opuesto a lo que debería ser el ideal europeo.
La cara de Europa está cambiando y está trayendo consigo consecuencias muy duras para la ciudadanía y para el futuro del proyecto europeo. Esta "revolución silenciosa" - como la llama el propio Barroso – se hace a través de un activismo jurídico-institucional sin precedentes: proliferación de normas fiscales y salariales, mayores niveles de exigencia de estas reglas, sanciones más duras y mayor automatismo en su aplicación, con inscripción de estas reglas en los niveles básicos de la legislación europea y nacional (tratados, constituciones). Supone también el fortalecimiento del poder de la Comisión, el Consejo Europeo y el consejo ECOFIN El rol del Parlamento Europeo, tal y como lo reconoce su actual presidente, quedará reducido en el mejor de los casos, a un mero “legitimador” las decisiones de los jefes de Estado, sin capacidad real de influir en las mismas.
El tratado sobre “la estabilidad, coordinación y gobernanza” del Consejo Europeo del 30 de Enero de 2012 radicaliza aún más el rigor presupuestario (austeridad), en un contexto de crisis de una gravedad comparable a la de la década de 1930, además de una crisis ambiental sin precedentes, la cual, por el contrario, justificaría la preservación del empleo y de la inversión pública. La Comisión Europea tendrá derecho a imponer su criterio a los Estados en el ejercicio de una prerrogativa tan fundamental en la vida democrática como es la elaboración del presupuesto, si considera que las políticas no se ajustan a su visión o a la del ECOFIN.
Mediante la adopción de este tratado, los líderes de la UE están negando la realidad. Las cumbres de la UE, que se multiplican, han fracasado rotundamente en lograr sus objetivos, tales como, "restaurar la confianza de los mercados" y resolver la crisis de la zona euro. Una segunda crisis bancaria empieza en Europa, las políticas de austeridad llevadas a cabo conjuntamente en todos los países, nos están llevando a una situación de recesión global y la situación social se está deteriorando fuertemente en la mayoría de los países europeos, comenzando por supuesto por los países de la periferia de la zona euro. En Grecia, la deuda pública, el desempleo y el número de suicidios aumentan a un ritmo alarmante.
Los ciudadanos tienen derecho a preguntarse si estos objetivos no esconden una estrategia diferente: aprovechar la oportunidad que ofrece la crisis, buscando incluso agravar los efectos de la misma para cambiar a un sistema que perfeccionaría el modelo neoliberal, a costa de nuestros derechos sociales y democráticos (“never waste a good crisis ").
Estos acontecimientos suponen la agresión más grave que la democracia en Europa ha experimentado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Los ciudadanos europeos están sometidos a políticas de recortes cuando todo el mundo sabe que esta crisis se debe principalmente a la codicia de los banqueros y de los mercados financieros y a la complicidad o laxismo de los responsable políticos que tenían que haberlos controlado, y a dos décadas de competitividad basados en los salarios y la fiscalidad. Este neoliberalismo salvaje pone la democracia doblemente en peligro: por un lado, por las derivas autoritarias directas (cuando Jean-Claude Trichet era aún gobernador del BCE, envió una carta a las autoridades italianas para acelerar los recortes y sugerir pasar del nivel sectorial de la negociación colectiva al nivel de empresa, o cuando, con el aval de la Troika, gobiernos de tecnócratas tomaron el poder en Grecia e Italia ...), y por otro lado, fomentando la aparición de nacionalismos xenófobos y de movimientos políticos anti-europeos y anti-democráticos (en Francia, Hungría, Finlandia, etc.)
Nosotros decimos "Basta "! Ya no aceptamos estas políticas. Insultan la democracia y han conducido a Europa a una crisis económica extremadamente grave. Despiertan los demonios xenófobos que la construcción europea tenía en su origen intención de erradicar. Queremos mejorar el modelo social europeo y defender los pueblos, y no las grandes empresas los bancos y sus poderosos accionistas.
Esto requiere de otras políticas, lo que también significa revisar las instituciones y los tratados: no en el sentido de un endurecimiento del neoliberalismo inhumano sino por el contrario para recuperar la democracia. Existen alternativas. Lo que falta hoy es un equilibrio de poderes para poner en práctica estas alternativas y diseñar los procesos políticos que hay que desarrollar para poner de nuevo el proyecto europeo en el camino hacia la democracia y el progreso social. La cumbre alternativa a la que nos referimos es el primer paso hacia estos objetivos.
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