Por Sebastian Franco (coordinador Alter Summit) - Febrero 2018
Entre las reivindicaciones comunes de estas huelgas se encuentran el mejoramiento de las pensiones en el servicio públicolos y el rechazo de los ataques al status de funcionariado público, pero también en general, la falta de empleo en el sector, todo ello en un contexto de mercantilización y privatización de los servicios públicos y bienes comunes.
Esto demuestra que los contextos de vulneración de derechos y derechos adquiridos convergen, que en los distintos países de la Unión Europea hay dinámicas similares y que la resistencia se organiza.
Pero hay que decir que, a pesar de la naturaleza simultánea de los movimientos, ese día se forjaron muy pocos vínculos y se lanzaron pocos mensajes comunes. En cuanto a Alter Summit, nuestra capacidad de hacernos eco de los movimientos sigue siendo muy débil, al igual que nuestra capacidad de fortalecer una lucha nacional a través de la acción internacional.
Entonces, ¿qué podríamos hacer en nuestra red para superar estas dificultades?
Un primer paso, esencial, es la difusión y el análisis de la información nacional hacia otros movimientos en Europa. Al igual que el trabajo de descifrar los desafíos y las actuales dinámicas europeas.
El acceso a dicha información permite mejorar la anticipación de los conflictos, promover la adecuación de los calendarios y, por lo tanto, aumentar la visibilidad de estos movimientos a nivel europeo y global.
Precisamente para esta tarea primera y primordial queremos implicar los recursos de nuestra red para tener un sitio de información/boletines que ofrezca información y análisis crítico sobre los movimientos y luchas en marcha en nuestros distintos países. Esto tendrá más sentido cuanto más ampliamente sea compartida esta información por las organizaciones de la red, sus miembros, sus contactos y más allá al público en general.
Una segunda etapa, que ya hemos iniciado a través de nuestros diversos encuentros, es la elaboración colectiva de nuestro mensaje, de nuestras reivindicaciones, y de una manera más distante pero no menos importante, de nuestras aspiraciones comunes, de nuestro deseo de cambiar nuestra realidad. Se trata de una tarea permanente (ya que el contexto evoluciona rápidamente y la posición de los actores con él) que debe formalizarse y concretarse constantemente. Esto es lo que podríamos llamar, con mayor precisión, el trabajo "político" de nuestra red. Nuestro Manifiesto de 2013 fue el primer paso.
Esta visión común de una Europa (y un mundo) alternativos se basa en nuestras propuestas concretas en determinados ámbitos, como el cambio climático (transición justa, energía, transportes, etc.), los derechos sociales y económicos (reforzar los derechos de los europeos, detener la competencia de todos contra todos), la migración, la precariedad y los bienes comunes y los servicios públicos (acceso de todos los europeos a servicios accesibles y de calidad). Pero también se construye a través de nuestros debates y discusiones sobre el poder en Europa, el poder europeo y sus instituciones, sus estrategias, sus puntos fuertes y sus puntos débiles.
Tener una visión, un marco y unas propuestas comunes que se adapten a nuestro tiempo, al contexto o contextos y que respondan a las expectativas de la población europea es una herramienta formidable de convergencia. El reto, sin embargo, radica en su apropiación por parte de todos los componentes de nuestra red y su uso sobre el terreno...
Finalmente, y tal vez esta sea la más difícil de las tareas inmediatas, es la importancia de encontrar mecanismos que, en caso de luchas/combates/batallas locales/regionales, permitan el apoyo "efectivo" de las otras organizaciones de la red (además de difundir la información y recordar nuestro bagaje común).
De hecho, la lucha contra la ley laboral en Francia es la lucha de todos los europeos y europeas, la lucha de las y los inmigrantes y sus apoyos por el derecho a la vida en Hungría o Grecia nos concierne a todas y todos, y la criminalización de los sindicalistas en Bélgica es un ataque a todas y todos los sindicalistas europeos, la lucha contra los combustibles fósiles en Alemania cuestiona nuestras prácticas en toda Europa.
Los mensajes de solidaridad son un gesto simple pero apreciado, que contiene una fuerte carga simbólica, una presencia incluso mínima en las actividades de los demás, llamar la atención de las propias autoridades o actores implicados, las movilizaciones de apoyo (a través de la cadena de producción) son otros tantos ejemplos que podríamos seguir. Ciertamente, habría otros muchos más ambiciosos en los que deberíamos trabajar.
Para todas estas tareas que tenemos por delante, debemos conseguir reunir a los trabajadores y trabajadoras, activistas, sindicalistas, ciudadanos y ciudadanas e investigadores e investigadoras de toda Europa en torno a un plan de acción creíble a corto, medio y largo plazo.