Otro país y otro futuro empiezan ahora

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Grecia nos precedió y el pueblo trabajador eligió a Syriza para gobernar y construir otro país, justo, libre y democrático, contra todas las trampas, golpes bajos y chantajes de una Europa vieja, egoísta y caduca. Y el 24 de mayo de 2015 también empezó un cambio en España.

Por Xavier Caño, ATTAC-Madrid
Mayo 2015

Grecia nos precedió y el pueblo trabajador eligió a Syriza para gobernar y construir otro país, justo, libre y democrático, contra todas las trampas, golpes bajos y chantajes de una Europa vieja, egoísta y caduca. Y el 24 de mayo de 2015 también empezó un cambio en España. Una transformación cuyo origen probablemente se inició hace cuatro años con la sacudida de la conciencia colectiva que fue el 15M. Poco se imaginaba el delegado del gobierno de Madrid (responsable político de las fuerzas policiales) que la orden que dio a los guardias de desalojar de la Puerta del Sol a una cuarentena de jóvenes que allí habían acampado desataría un movimiento de indignación social ciudadana que se extendió a Europa e incluso a EEUU. De aquella indignación surgió que grandes sectores de una población adormecida hasta entonces se organizaran en movimientos sociales y entidades cívicas. Y también que, a medida que el movimiento de los indignados progresaba y reflexionaba, se considerara de nuevo la necesidad de hacer política para cambiar las cosas, conscientes de que pasar de política, como se había hecho en los últimos años, no era una solución, porque la política nunca pasa de nosotros. Pero el 15M también significó demostrar que los modos y maneras de hacer política habituales ya no servían y era palmario cuanto se había desnaturalizado y corrompido la democracia parlamentaria representativa, concretado en el grito de millones de voces de ¡No nos representan!

Cuatro años después, la izquierda en amplias coaliciones y plataformas de unidad popular ha arrebatado al PP (y en Barcelona a la también corrupta CiU) el poder municipal de casi todas las grandes ciudades y de las poblaciones más nutridas, así como el gobierno de varias comunidades autónomas. En realidad, el PP solo podrá gobernar en tres regiones: Castilla y León, La Rioja y Murcia.

Es el principio del fin de esta gente, de esta derecha cavernícola y neofranquista que lleva más de dos décadas saqueando y arruinando el país y que, con toda probabilidad, se hundirá en las próximas elecciones generales de noviembre. Pero el triunfo no nos ha de permitir dormirnos en los laureles, porque ahora empieza de verdad el trabajo difícil. Y para ese trabajo hay que fajarse y apuntalarse porque estará plagado de obstáculos, asechanzas, obstrucciones y dificultades.

Empieza una época en la que la derecha mentirá más que nunca, pondrá trampas diversas y lanzara ataques de todo tipo… para que los gobiernos de la unidad popular fracasen. Pero antes emponzoñarán hasta el aire para que no se formen esos gobiernos de izquierda. Pues bien, ante todas esas amenazas, el pueblo trabajador se ha de organizar aún más si cabe, más allá de las siglas (que no han de desaparecer ni mucho menos), en estructuras de poder popular fuertes, sólidas. Porque frente a las falacias estúpidas de la derecha sobre la “fragmentación” de tantos partidos y grupos de izquierda, nosotros proclamamos que lo que ellos llaman fragmentación es la expresión de la pluralidad y de la libertad del pueblo trabajador.

Esas organizaciones de poder popular han de asegurar que la democracia sea cada vez más participativa y han de recordar y exigir a los gobiernos municipales y autonómicos de izquierda lo que han de hacer y que han de cumplir lo prometido. Porque un programa electoral es un contrato con la ciudadanía. Además, las organizaciones populares han de apoyar con determinación y sin fisuras a los gobiernos de izquierda, cuando arrecien los ataques de la derecha, con tanta movilización como sea necesaria. Todas las acciones colectivas necesarias contra esos ataques que sin duda vendrán de la minoría rica privilegiada dominante, de la clase política rancia, casposa y corrupta y de una prensa y unos medios vendidos a los intereses y trampantojos de esa minoría.

No va a ser fácil, pero es cierto, y ya no es solo un sueño, que se puede empezar a cambiar este país si aceptamos el reto y estamos dispuestos a luchar desde ahora por unas regiones y por unas ciudades más justas, democráticas y solidarias. Básicamente depende de nosotros, del pueblo trabajador.